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jueves, 6 de setiembre de 2007

La hormiga y la cigarra

Pleno verano.
Un calor de rajar las piedras bajo un sol de justicia.

La hormiga estaba en pleno frenesí laboral. No se daba el lujo de perder un solo instante. En lo único que pensaba era en juntar comida para el invierno.
Mientras tanto, la cigarra cantaba.

La hormiga no se tomó un día libre (ni siquiera el primero de enero). No fue a la playa. Ni al bar. Ni se juntó en la casa de ninguno de sus amigos para hacer un asadito. Tenía que llenar la despensa mientras hubiera abundancia de alimento. No se sentó a tomar mate a la puesta de sol, cuando refresca. Ni siquiera fue a la mascarada de carnaval, para poder madrugar todos los días y asegurarse el sustento invernal. No se preparó ni una mísera caipira, porque no quería darse el lujo de tener resaca.
Y la cigarra cantaba. Cantaba y se iba de copas. Cantaba y se iba de putas (era una cigarra macho y libertino). Cantaba en los asados. Cantaba en la playa.
Básicamente se pasó de parranda, chupi y canto... el invierno parecía tan lejano.

Hasta que llegaron los días fríos.

La hormiga, satisfecha, contempló el fruto de su labor: la despensa abarrotada. Tenía el sustento asegurado. Probablemente ni siquiera tuviera que racionarlo. Recién ahora se dio el gusto de tomarse un vasito de vino (un Santa Teresa Rosado Clásico ya que no había por qué derrochar) al lado de la estufa.

De repente, escucha unos golpes en la puerta. Abre y se encuentra a la cigarra, bien enfundada en un abrigo de pieles, y con un precioso BMW Z4 M estacionado en la puerta.

—Hola, Cigarra. Cómo andás?
—Bien Hormiga, muy bien, gracias. —Contestó la cigarra, con una sonrisa de antena a antena.
—Bueno, me alegro. Y qué te trae por acá? —Preguntó la hormiga, pensando en qué contestarle si le pedía comida... a fin de cuentas, no había trabajado en todo el verano.
—Necesito pedirte un favor: me voy a París, y quería saber si podías echarle una mirada a mi casa cada tanto. Como para que no de la impresión de estar totalmente abandonada.
—Sí, claro.... pero qué vas a hacer a París?
—No sabés. El otro día estaba en el bar del Loro, como a las 3 de la mañana, reborrachos como unos cosacos todos, cuando aparece este tipo de una productora internacional. Lo invitamos a chupar con nosotros, le gustó mi voz... y firmé contrato por tres temporadas! Gira europea incluida! Empiezo el tour en París, la semana que viene! No es genial? Che, precisás algo de allá?
—Sí, genial. Genial... Si por una de estas cosas llegás a ver al sorete de La Fontaine... mandálo a la reputísima madre que lo parió!

4 comentarios:

Dante de la Fuente Alonso dijo...

Tengo que decir que es la verdad más grande que he leído este mes. De pequeño las fábulas tenían más sentido y parecían más reales. Eran buenos tiempos...^^

Naazgul dijo...

Bienvenido, yokeem. Un gusto tenerte por acá.

Sí, eran buenos tiempos... y si las vieras ahora a Heidi y a Caperucita Roja!

Anónimo dijo...

Jaaaá, esos cuentos son como la Biblia, de alguna manera hay que convencernos de que agachemos la cabeza!

Naazgul dijo...

Juaaa... en este caso, la Biblia es un poco al estilo ermita. El mensaje subliminal, muy sutil por cierto, es que dejes de laburar y salgas a tomarte una. Total, uno nunca sabe cuándo puede aparecer alguien de una productora internacional por el bar.



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