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jueves, 26 de junio de 2003

Temores... o cómo no ser un elefante de circo

¿Es una salida? ¿Es la mejor salida? ¿O es tan solo un pretexto?

Irse. Simplemente desaparecer. Cortar amarras y peregrinar. Un nuevo comienzo, desde cero, donde nadie te conozca, y en donde no conozcas a nadie, con todo lo bueno y lo malo que eso implica. Como si fuera un volver a nacer.

Dejar atrás las dificultades de acá, y encarar las dificultades de allá... con la esperanza, tal vez vana, de que sean un poco menores. No creo que represente un gran desafío... si tenés que irte, es porque pocas cosas van a ser más duras que las que estás pasando ahora. Sin trabajo, sin perspectivas, con sueños que no puedes encaminar...

Por otra parte, sientes el imperioso llamado de tu corazón que pide a gritos viajar. Desprenderse de estas comodidades o encierros y alejarse. Nunca, como hoy, ha sido tan patente la sensación de desarraigo.

Necesitas probar, ante ti mismo y ante quien quiera acompañarte, que se puede comenzar en otro lugar y transitar caminos nuevos, o al menos, diferentes.

Has esperado demasiado. El temor te ha hecho esperar demasiado. Ya es suficiente. La vida no espera, aunque te empeñes en tratar de detenerla.

¡Necio!

¿De qué sirve encadenarse al miedo? Incluso hay miedo a romper esas cadenas. Y sin embargo son tan delgadas... sólo están formadas por la costumbre de los días... como si repitiera la vieja historia del elefante de circo.

El pequeño elefante que llega a un circo es atado con un delgada cuerda a una débil estaca, pero que en ese momento son suficientes para contener los esfuerzos de esa torpe critaura de trescientos kilos. Durante los primeros días el elefantito forcejea y tironea con el objetivo de liberarse. Pero cada día que pasa, los intentos son menos, hasta que llega un fatídico día, en que deja de luchar, ya que es en vano... no hay escape de la cuerda. Es entonces, cuando deja de luchar, cuando renuncia a su libertad, que la delgada cuerda se transforma en la más poderosa de las cadenas, de manera tal que años después y cuatro toneladas de peso más tarde, la misma delgada cuerda y la misma débil estaca siguen reteniéndolo.

Compréndelo!

Niégate a seguir siendo un elefante de circo. Necesitas romper la cadena de los días y liberarte del temor. Podés hacerlo.

En algún lugar, otro lugar te espera...
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