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jueves, 15 de marzo de 2007

Confesión: Soy un conejo!

Bueno, confesó Khalid Sheikh Mohammed. Eso sí, lo hizo en una sesión no pública, a puertas cerradas, sin prensa y sin abogado.

Aparentemente, según fuentes extraoficiales, Khalid habría sido el instigador y autor intelectual en la crucifixión del Flaco Jeshú... aunque todavía los investigadores tratan de averiguar quién era el tan mentado "Flaco".

Mis opiniones y sentimientos al respecto son varios y discurren por distintos derroteros, pero hoy no voy a aburrirte con una larga parrafada. Creo que lo que mejor sintetiza mi punto de vista es el siguiente chiste que me vino a la memoria:

Se organizó un concurso entre los mejores representantes de distintas agencias de inteligencia: los servicios de Inteligencia uruguayos, el MI5 inglés, el Mossad israelí, la RVS rusa y la CIA del Tío Sam.

El certamen consistía en una sola prueba: se soltaba en una espesura un conejo por participante, y quien demorara menos en ubicarlo y llevarlo en presencia del jurado, sería el ganador.
El podio fue el siguiente:

1-El Mossad llegó con el conejo, embolsado y vendado, a los 3 minutos y 20 segundos.

2- La RVS apareció con el bicho, conversando animadamente con él y de buena manera, 57 segundos más tarde.

3- El MI5 demoró 3 horas y 15 minutos y traía al conejo atado con una correa.

No Placé- El representante de la CIA salió disparado hacia adelante a una velocidad infinita y se perdió entre los matorrales. Pasaron 5 horas. Un día. Sorpresivamente los EE.UU. le declararon la guerra a un país de Medio Oriente. Pasaron dos días más. Y luego una semana. El jurado ya se estaba impacientando, cuando a los 7 meses aparece el agente de la CIA arrastrando un chancho de la cola, ensangrentado y enflaquecido, que no paraba de gritar SOY UN CONEJO! SOY UN CONEJO!


Te preguntarás qué fue del uruguayo. Nada. Apareció poco después del medio día, mate y termo abajo del brazo. Del conejo ni noticias, pero comentó que nomás salir encontró una liebre gorda y preciosa, con la que se hizo un riquísimo estofado... bien blanquita la liebre, eso sí.

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