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martes, 26 de diciembre de 2006

El Círculo

Qué es lo que buscamos?

Es en días como hoy, que esa pregunta aparece a cada momento, como un niño que espera agazapado a que pase algún desprevenido para darle un buen susto.

También, es en días como hoy en que aparece el hermano siamés del interrogante anterior: Qué es lo que esperamos? Siempre juntos, siempre igual de perturbadores. Perturbadores, sí, porque eso que busco, eso que espero, se resiste. Se hace desear.

Esperamos... o mejor dicho, espero, a Alguien. Alguien que me espere.

Alguien junto a quien desepertar, y junto a quien dormirme.

Saber. Que partir cada mañana, y lo que se haga cada día, es tan sólo un incentivo para poder regresar.

Sentir. Que aunque la actividad diaria, con sus problemas y dificultades, se parezca muchas veces a un manicomio, cuando volvamos a estar juntos, encontraremos un remanso de paz.

Alguien que llene este vacío y le dé sentido a todo.

Alguien por quien valga la pena el esfuerzo. No importa qué, no importa dónde, no importa cómo. Sólo que eso, tiene un significado gracias a ella. Y que su propio esfuerzo, tal vez tenga un significado gracias a mí.

Que el poder, el nivel social, la posición económica, “elementos” tan ensalzados y perseguidos hoy en día, no sean un fin en sí mismos. Que no se conviertan en una meta, sino que simplemente sean herramientas que ayuden a conseguir y construir lo que realmente importa. Yo sé qué es. Ella lo sabe, o lo sabrá, cuando la encuentre. Vos que estás leyendo también lo sabés... o al menos deberías se capaz de adivinarlo.

Alguien con quien compartir y que comparta... todo. Momentos. Alegrías. Tristezas. Amor. Pasión. Risas. Lágrimas. Vida.

Alguien que me muestre nuevos horizones.

Alguien a quien procurar la felicidad. Alguien que desee la mía.

Alguien a quien amar. Alguien que me ame.

Un norte. Un centro.

Alguien que complete el círculo...

Un círculo perfecto, del que no pueda distinguirse principio ni fin, uniones ni rupturas. Un círculo sólido y armónico. Una expresión de continuidad.

Utopía?

Puede ser, pero prefiero pensar, creer y sentir, que existe. En algún lugar. Detrás de cada sonrisa que vea. Mezclada entre la multitud que pulula en cada ciudad que visite. En cada país que pise. Que posea ese algo que la haga resaltar entre la masa anónima.

Existe. Y voy a encontrarla.

Necesito completar el círculo, para poder completarme a mí mismo.

Qué más puede buscarse?
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miércoles, 20 de diciembre de 2006

Celebración

Época navideña. Las Fiestas. Qué carajo le pasa a la gente?

Qué significan estos días del año? Vamos, honestamente.

El nacimiento de Cristo. Pero cuántos en realidad lo recuerdan?

Es más, cuántos se reunen para algo más que comer, tomar, y decir boludeces medios borrachos mientras se hacen tronar fuegos de artificio?

Hay veces que ni siquiera la excusa de reunirse con la familia parece significar algo.

En qué creemos hoy? Y ayer? O mañana?

Es que somos todos tan escépticos.

Qué nos queda?

Sólo rituales que se pierden en los albores de la historia? Es esa la escencia?

Quién se acuerda de lo perdido? De los amigos idos? De los abrazos recibidos? De promesas de amor eterno a la luz de la luna?

Quién recuerda la soledad? Todos escudándose en el alcohol y confundiéndose con la muchedumbre. Un barniz barato de bondad todavía más barata parece cubrirlo todo. Un triste remedo de amor fraterno nos impulsa a saludar, besar y abrazar a cuanto infeliz se nos cruza, incluso aquellos que detestamos y que a su vez nos detestan los otros 363 días del año.

Feliz Navidad! Feliz Año Nuevo!

Cuántas personas lo dirán siendo realmente honestas? Teniendo conciencia cabal de lo que están diciendo. Cuántos individuos existirán que no utilicen esas palabras por pura fórmula?

A quién le importa, de todos modos?

Feliz Navidad...

Sí, claro que sí... tres veces para vos también, che.
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jueves, 26 de octubre de 2006

Vaivén

Colonia del Sacramento, la ciudad donde vivo. El casco histórico, el lugar donde estoy ahora. La tarde de un brillante y ventoso día de primavera. Apenas fresco. Apenas cálido. A orillas del Plata, el Río ancho como mar.

Observo, absorto, el espectáculo que se me regala. Algunos barcos sobre el horizonte, diminutos, posiblemente ajenos a lo que los rodea gracias a la indiferencia que engendra la costumbre. El sol rielando sobre las aguas revueltas, empenachadas de blanco. Es el cambio de marea, y el flujo y reflujo de las aguas rompe sobre las rocas que alguna vez conformaron la parte exterior de la vieja muralla cantando una canción que me arrulla y me habla de viejos tiempos olvidados.

Casi sin darme cuenta, bajo mi vista hacia la costa a mis pies y entonces lo veo. Sobre las rocas ha crecido hierba, no muy larga, pero suave y de un verde intenso. Vivo.

Las olas pasan sobre ella, amacándola, para chocar contra el muro, hoy convertido en un simple paseo. Se disuelven en espuma y tratan de retornar a su origen, sólo para encontrarse con nuevas ondas que llegan. Y al mezclarse, pasan sobre la hierba de nuevo. La revuelven, la revuelcan... y parecen acunarla, para luego castigarla sin cesar. Pero ella sigue allí. En silencioso vaivén, una y otra vez. Ausente. Sin darle importancia al castigo. O tal vez tan compenetrada con las aguas, que el baile que ejectua parece casual y al azar, como una coreografía perfecta, mil veces ensayada.

Contemplándola, me pregunto. Cómo será? Qué sensación producirá participar de esa danza? Y envidio la hierba. Tan flexible e indolente. Tomando las olas como vienen, de a una por vez, y siguiendo sus caprichos. Las aguas pueden ir o venir, o incluso formar torbellinos, pero ella simplemente se limita a adaptarse sin mas. En paz. No se resiste. No se lamenta. Es.

Y luego me vuelco a mi interior. Más allá del baile, cómo sería poder imitar a la hierba? Esperar las olas que forman parte de la vida, y cuando llegan, doblarse. Curvarse más allá de lo que parece posible y sencillamente dejarlas pasar. Sin tratar de detenerlas. Sin tratar de cambiarlas. Sabiendo que cuando las aguas se calmen, siempre va a ser posible pararse de nuevo, erguido. Sin rencores. Aceptando y reconociendo en su justa medida la inevitabilidad de las aguas, y la propia fortaleza para hacerles frente y sobrevivir, pero preservándose íntegro. Sabiendo que todo llega... pero también que todo pasa... Pero por sobre todas las cosas, sabiendo que no importa, porque así debe ser...
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jueves, 24 de agosto de 2006

Sueños III

Otra vez sueño con el Mictlan, en donde me recibe Mictlantecuhtli. Mi anfitrión, como parte de sus enseñanzas, vuelve a llevarme de recorrida por las inifitas galerías que componen parte de su reino, y en las que pueden verse innumerables pedestales por doquier. Sobre cada pedestal, hay un recipiente, muchas veces parecido a una botella, pero en cada caso individual y único.

Llama mi atención una botella que no se parece en nada a una. Es una esfera perfecta, y de un material tan delgado que parece no estar allí. Sin embargo, a diferencia de otras que he visto, está vacía. Mictlantecuthli me explica que no siempre se ve a su ocupante debido a que no siempre está ahí. Extrañado, pregunto por qué. La explicación es sencilla: el tipo todavía está vivo; pero al ser uno de los dos hombres con poder, puede llegar... aunque no se de cuenta de ello.

Todo comenzó cuando su amigo se escapó al otro lado del Portal del Sol. Eso hizo que él se hiciera muchas preguntas y se planteara grandes interrogantes. Eso no sería especial... salvo porque comenzó a encontrar respuestas para algunos de ellos.

De repente, una persona aparece. Parece ser muy viejo. Cargado de centurias. Está de rodillas, y se mira las palmas de las manos, como si sostuviera un invisible libro en ellas. Empieza a hablar. Con aire ausente y voz queda, como si se estuviera dirigiendo a él mismo.
«La Vida nos mata a todos. A los más afortunados, la muerte les llega cuando todavía tienen algo entre sus manos; cuando todavía no les ha llegado el tiempo de añorarla. Para el resto, los no tan afortunados, nos espera la espera. Evocando recuerdos que nadie salvo otros a la espera quieren escuchar. A veces ni siquiera ellos. Todo cuanto nos queda...
Tiempos, cosas, lugares, personas, amores... idos.
Con el dolor siempre presente y la muerte tal vez como un único y triste consuelo. Tal vez...»

Cuando termina de hablar sus razgos cambian a los de un hombre joven, de no más de 35 años.
Me intriga. Es el primero cuya apariencia fluctua, por lo que interrogo a Mictlantecuthli.
— El sabe lo que pasa. No tiene más de 35 años por cierto. Pero muchas veces se siente como si todos los años que han sido estuvieran a su espalda. Su alma es muy vieja. Está triste por haberlo descubierto demasiado pronto en esta vida. Por eso es que fluctua. Y por eso se mira las manos: las ve vacías cuando sabe que están llenas; llenas de cosas por hacer, de personas por amar, de lugares por conocer. Tal vez tenga miedo de hacerlo. O tal vez ya sabe que nada de eso perdurará y se pregunta qué sentido tiene hacerlo. Muchas de esas personas y amores están a su lado, pero las ha apartado. Se ha hecho compañero de su soledad, en cierta forma. Tal vez no soporte el dolor de tener que perderlos algún día.
— Y cuál es la respuesta? Tú debes saberlo.
— Claro que lo sé. Pero tendrás que averiguarlo por tí mismo.
— Y cómo es que llega aquí?
— No lo sabe. Ni siquiera se percata de estar dentro de la botella en ningún momento; está demasiado ensimismado planteándose dilemas como para darse cuenta. Apenas es conciente de estar mirándose las manos, tan llenas pero vacías a pesar de todo...
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viernes, 26 de mayo de 2006

Desesperación o Sueños II

La botella era curiosa, negra y brillante. Perfectamente cúbica y pulida hasta el delirio. Parecía llena de humo, y mirar en su interior, era como mirar dentro de un banco de niebla espesa.

— Sólo se ve una bruma, qué se supone que hay aquí? —pregunté extrañado.

— Oh, esa botella. Contiene algo que está a medio camino entre la desesperación y la demencia. La bruma no permite ver en su interior, ya que no todos quieren ver su contenido. Te atreverías tú?

— Y por qué no habría de hacerlo? —Pregunté a mi vez.

— La locura puede no ser contagiosa, pero la desesperación sí lo es. Todas las personas son influenciadas por los estados de ánimo y por los sentimientos de quienes los rodean. Aquí eso se potencia, según he podido descubrir durante el correr del tiempo. Por eso es que la desesperación es tan peligrosa.

— Qué me aconsejas que haga? —Pregunté a mi guía, lleno de dudas.

— No puedo decirte si mirar o no. Puede ser peligroso, aunque instructivo.

— Por qué lo peligroso?

— El habitante de la botella, a diferencia de la gran mayoría que encontrarás aquí, es consciente de lo que sucede, y por supuesto eso no le gusta. Su alma es prisionera.

— Prisionera? Había entendido que este no es un lugar de castigo...

— Y no lo es. Aquí no existe el castigo, de la misma manera en que no existen las recompensas, excepto lo que se provocan las almas a sí mismas.

— Y por qué dices entonces que está prisionera? — Pregunté más extrañado que nunca.

— Porque esa alma así lo quiso. Se siente culpable consigo misma, y siente que debe pagar. No creo que te guste lo que verás, pero no voy a desaconsejarte mirar. No todo lo desagradable es dañino.

— Bueno, y cómo puedo mirar al interior?

— Apoya tus manos sobre ella y verás todo lo que deba ser visto.

Le volví la espalda y con un poco de miedo ante lo que vería apoyé mis manos sobre la superficie. Al instante sentí un escalofrío que pareció recorrerme de punta a punta. La visión se aclaró y lo que vi, efectivamente, no me gustó.

En el centro había un muro de piedra con grilletes fijos a él, que aprisionaban los brazos de un hombre... o los brazos de algo que una vez había sido un hombre. Estaba de rodillas, con los brazos a su costado, laxos, y su melena castaña se confundía con las greñas de su barba

Cuando levantó el rostro para mirarme, no supe si sentir pena, asco o miedo. Su cara aparecía demacrada y sucia; sus ojos tenían una expresión alucinada, con una mezcla de terror y locura, que parecían mirar sin ver; y su boca estaba permanentemente en una mueca, como si no supiera si romper a gritar o a reír.

Para mi sorpresa, comenzó a hablar.

— Qué hacés, ché? Venís a hacerme compañía? Naaa... sólo sos un curioso más —dijo con tristeza. Su expresión cambió de repente, dando paso a la furia—. Claro! Quién sería tan estúpido como para venir conmigo? Aunque sin embargo tenés toda la pinta de ser lo suficientemente estúpido como para hacerlo. De todos modos no hay lugar. Es difícil morir? —Continuó incoherentemente—. No, en lo abosoluto. Incluso es mucho más sencillo que vivir. Y amar? Has intentado amar? Eso sí que es sencillo! Sólo tienes que dejarte fluir. Lo difícil es que te amen... o peor aún, dejar de hacerlo. Esa puta! Esa maldita puta! Me robó todo! Me mató en vida! El amor sólo sirve para dejarte con las manos vacías!

No podía creer lo que estaba escuchando y viendo. Y sin embargo, eso no fue todo... tan sólo el comienzo. El atormentado espíritu tomo aliento y continuó, con ojos inyectados en sangre y desorbitados.

— De qué te ríes? Maldito hijo de perra! De qué carajo te ríes?! —En este punto de su monólogo intentó abalanzarse contra las paredes de la botella, pero los grilletes lo detuvieron—. NO! —Gritaba frenético—. Suéltenme! Quiero matarlo! Voy a reducirlo a lonjas palpitantes que supliquen por piedad! Suélteneme! Él debe pagar! Alguien debe!

Intentó abalanzarse nuevamente, pero las cadenas se tensaron y sus brazos se retorcieron hacia atrás debido al impulso. Con una mueca de dolor, el hombre cayó al piso, gimiendo. Su furia se había desvanecido y sólo quedaban lágrimas. Luego de un momento, volvió a hablar, y esta vez sólo podía percibirse pena en su voz. Una tristeza profunda, insondable.

— Alguna vez te sentiste como si tuvieras una bomba en tu interior? O mejor aún, como si vos mismo fueras una bomba? Alguna vez fuiste tan consciente de ello que la sola idea de poder estallar en cualquier momento te sumergía en la más obsesiva de las ansiedades? Alguna vez? Sabes? —Continuó, y un fugaz brillo de cordura apareción en su mirada—. En un tiempo yo creí que esa bomba me encerraba, que me impedía hacer aquello que deseaba. En un tiempo, creí que al estallar se liberarían fuerzas poderozas; fuerzas para crear, o para hacer, o para lograr lo que fuera que intentara. Tanto tiempo pensé así, que me olvidé de vivir, fantaseando con lo que haría después que ocurriera la explosión... con la grandeza que me esperaba... Cuando quise darme cuenta de lo que había hecho conmigo mismo, quise estallar... pero de furia! —En este punto se interrumpió y rió amargamente—. Y eso tampoco pude hacerlo, porque ya estaba demasiado débil, demasiado viejo! No me quedaba NADA! Y no estallé! Todavía sigo sin poder estallar! No he estallado! La gran explosión no se produjo! Pero vendrá, y podré salir de aquí! Pero ya vendrá! Vendrá, sí! Vendrá...! Vendrá...! Vendrá...!

Horrorizado por sus alaridos, solté la botella, que volvió a cubrirse de vapores silenciando los gritos.

— Qué es eso, por Dios! Qué causó esa locura? —Pregunté, alterado.

— Tranquilo. —Contestó Mictlantecuthli—. La respuesta es simple: fue causada por el amor.

— Amor? Es una broma, verdad?

— Oh, no. No es ninguna broma. El amor es la fuerza más poderosa del universo. Puede salvar e iluminar, pero también puede destruirte y sumirte en un negro pozo de desesperación. El odio es poderoso, pero el amor lo es más todavía, porque el odio siempre lo destruye todo, tanto a la fuente como a quien está dirijido. Y bien lo sabes, cualquier infeliz puede destruir. El amor, en cambio, puede curar, puede redimir incluso, pero si no sabes hacia dónde dirigirlo y lo guardas en tu interior, puede envenenarte, transformándose en algo nauseabundo. Si lo guardas en tu interior, será como una bomba a punto de estallar... pero sin hacerlo nunca. Comprendes? No esperes nunca la explosión... no es una bomba. En lugar de eso, imagina que es como un sol, siempre nuevo, siempre brillante. No estalla, pero su energía tampoco se guarda: se dirige, se esparce en infinitas direcciones con infinitas intensidades, para alimentar muchas cosas, para dar vida. Recuérdalo! No me gustaría verte sujeto por grilletes.
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viernes, 10 de marzo de 2006

La habitación

Lugar de contrastes y tiempos que se juntan, se entremezclan y terminan fundiéndose.

Viejos diskettes de 5 1/4 se codean con DVDs; un libro digital —Guía del autoestopista intergaláctico, de Adams— se despliega en el monitor del PC, en tanto que la traducción de El Corán de Vernet (que se encuentra justo debajo de Más allá del bien y del mal de Nietzsche) impide, o al menos estorba, el acceso al teclado. Junto a ellos, como una segunda barricada frente al ratón, se ven los lomos de La vida de las abejas, de Maeterlinck, encima de la traducción de El papiro de Ani de Budge.

Al otro lado del superpoblado escritorio se encuentra el diskman, que descansa sobre una prolija y pequeña pila de CDs en donde conviven José Larralde, Vangelis, Los Buitres, los Rolling Stones y el “Pepe” Guerra.

En la biblioteca los contrastes son poco menos que chocantes: un libro sobre runas hace lado a uno de Carl Sagan, quien departe desde hace un tiempo junto a Stephen Hawking. Ellos a su vez están junto a Tolstoi, que se entretiene con un tratado a favor de la marihuana. Todos ellos pueden verse debajo de varios libros de Stephen King, que su vez están debajo de libros de electrónica, circuitos y redes de computadoras.

En un estante, a la izquierda, se encuentra el equipo de audio (un amasijo de metal, plástico y luces), mientras que el otro extremo, pertenece a los juguetes hechos a mano, de madera y cordel.

A la misma altura, pero separados por un metro escaso de distancia, pilas de casettes (algunos de ellos con más de 15 años de edad) pierden la carrera frente a los CDs.

De nuevo en la biblioteca se ven viejos apuntes de la universidad junto a carpetas con los registros apícolas y documentos de compras y ventas de verduras ya en desuso. El humilde testimonio de casi 5 años, los últimos de mi vida, ocupa apenas un poco más de un estante. Lo que impresiona no es su volumen, obviamente, sino que a pesar de estar en vigencia solamente lo referente a las abejas, el resto del material está perfectamente a mano, como si se consultara a diario. No hay jerarquías ni destacados. La obsolecencia no es aparente... extraño.

Las paredes no turban la (in)consistencia de este mosaico. A pesar de repetidas “limpiezas” y “actualizaciones” pueden observarse posters con más de 20 años conviviendo con afiches recién sacados de las carteleras de cualquier cine. Desde el “Commando”de Schwarzenegger hasta “Kill Bill” de Uma Thurman, pasando por posters de armas, copias de grabados de 1807, la bienvenida al año 2000, dibujos de amigos con 10 años de antigüedad, la placa de graduado universitario y hasta un almanaque de 1994.

Oculto a la vista está lo realmente obsoleto: desde revistas promocionando Windows 3.11 for workgroups hasta avisos clasificados anunciando motos para la venta... del año 1998.

Giro sobre mi mismo y observo lo que me rodea sin llegar a convencerme nunca de lo que veo. Es como estar en una especie de máquina del tiempo... con un buen toque de LSD.
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jueves, 26 de enero de 2006

Pequeñas tragedias II

Qué día! Bah, qué par de meses! Meses de dolor. Meses de prueba. Difíciles.

Pero ahora ya todo está bien. Yo estoy bien.

Tranquilo.

El golpe que me di contra el hormigón, al caer en el patio de casa, ya no duele. Y sin embargo pensé que iba a enloquecer de tanto sufrimiento.

A su vez, el pequeño coágulo en la cabeza, recuerdo de ese porrazo de Padre y Señor Nuestro, ya no está... una preocupación menos.

Junto con él, también se fueron los problemas de irrigación en la pierna... uffff... tanto trabajo dio, que hubiera sido preferible que fuera de madera. Es maravilloso poder volver a caminar... y sin dolor. Es como si flotara... y pensar que los médicos querían cortarla! Qué saben ellos!

Y lo mejor de todo? Mi corazón está como nuevo! Más todavía: como si volviera a tener 20 hermosos años, y no esta cantidad enorme de primaveras, que a veces pueden pesar tanto. Pero ahora puedo ir, venir, subir, bajar, a mis anchas, a mi real antojo, sin que ni siquiera se agite mi respiración... no es fantástico?!

Y cuánta gente a mi alrededor! Un mundo! Como si toda mi familia se hubiera reunido en pleno!

Mis hijos e hijas. Mis nietas y nietos. Sobrinos, hermanas, primos, amigos, conocidos... incluso gente con la que fui a la escuela hace tantos años. Faltará alguien? Es probable, ya que todo se organizó muy rápido. No hubo más remedio, por lo que es seguro que no todos se hayan enterado todavía.

Pero nadie hay con cara de felicidad. Por el contrario, todos parecen muy tristes y abatidos. Es una lástima, porque yo me encuentro tan bien...

Y más lástima todavía aquellos que se sienten culpables. Culpables por no haber estado más tiempo juntos, por no haber dicho más palabras, por no haber sabido posponer otros asuntos... Una pena inútil. Sobre todo ellos, han estado aquí de continuo, hoy. Sientiendo que ese tiempo ya no puede ser aprovechado. Resistiéndose a dejarme, resistiéndose a alejarse incluso para comer, como si expiaran una culpa. Sí. Es una pena. Una pena que no podamos disfrutar de la compañía del otro... ya no más.

Aunque yo estoy bien. Ya estoy bien.

Sin dolor.

Todos dicen eso, pero siguen aferrándose a la imagen de mi que conocieron siempre. Quien mejor parece comprender, o asimilar este hecho, es uno de mis nietos, que sabe que ese que está tan sereno y que parece dormido, no es más que un templo vacío.

Es extraño, pero Mi Blanquita, mi Botija de toda la vida, no está hoy. Aunque de todos modos no importa. Yo sé que ella está acá. Como ha estado siempre. Todos están.

Y yo también estoy... y estoy bien.

Ahora que los veo a todos a mi alrededor, miro hacia atrás, y reflexiono. He cometido errores, claro. Dejo cosas pendientes, como todos. Pero en líneas generales, la mirada en retrospectiva es bastante satisfactoria. Ochenta y siete años bien vividos... je! No todos pueden decir otro tanto, eh, botija?

He trabajado duro, y he pasado penurias, como tantos, pero he visto su fruto. Hice mi música; qué tiempos de tango aquellos! He visto crecer a mis hijos, y he comprobado que todos se han convertido en gente de provecho... y que casi no han cometido mis mismos pecados al educar a sus propios hijos. He visto crecer a mis nietos y nietas, fuertes y saludables. Y una de ellas, me ha dado una hermosa bisnieta, rubia como el trigo y amorosa. Desde hace tanto tiempo que ya no lo recuerdo, tengo quien me acompaña en la vida, en buenas y malas. Tal vez sean 58, o bien pueden ser 61 años, mil... no importa. Han sido muchos, han sido todos. Mi Blanca, tan hermosa, tan amada. Mi novia. Mi botija del alma, con quien puedo comunicarme mejor con una mirada, que con simples palabras que limitan sentimientos y pensamientos.

No la quisieron traer... tal vez su corazón, tan débil como estuvo el mío antes, no lo hubiera resistido. Aunque sé que de todos modos está roto y con un gran vacío.

Pero ya todo está bien. Yo estoy bien.

Es una macana el tiempo que hace. La lluvia ha sido muy esperada... las cosechas dependían de que llegara a tiempo... pero tiene razón esa canción que escuchan los botijas de hoy: lo más negro que hay, es un carro fúnebre cuando llueve. Pero bué...

Pobre familia mía! Tantas caras queridas cubiertas de lágrimas y tristeza...

Pero ya todo está bien. Yo estoy bien. El templo está vacío y parece dormido... y yo me alejo.
Estoy en paz.
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Combate

Se miraron a la distancia, como dos púgiles que se estudian detenidamente, tratando de descubrir debilidades y fortalezas, alguna brecha en el contrario que pudieran explotar.

El combate prometía ser parejo. Ambos tenían una estatura similar. Ambos eran de complexión robusta. Y ambos estaban decididos. Una fuerza irresistible los empujaba el uno contra el otro, de manera tal que el encuentro era inevitable.

El escenario no podía ser mejor, tanto para la pelea, como para los espectadores que asistían a ella. No había obstáculos que molestaran a los contendientes, y sus blancas figuras resaltaban nítidamente contra el fondo azul celeste dándoles una visibilidad perfecta.

Uno de ellos levantó sus brazos poderosos, rematados por puños decididos.

El otro abrió la boca y pareció hacer airadas recriminaciones que fueron al instante respondidas por su rival. La distancia no permitía escuchar lo que se decían, pero era sin duda una discusión acalorada y poco agradable. Sin embargo, el intercambio verbal duró poco tiempo y se lanzaron uno sobre el otro, como en cámara lenta pero de forma inexorable.

La distancia se acortaba rápidamente; uno retrocediendo lentamente, el otro avanzando sin pausa. Ambos tenían la guardia levantada y no se percibía la más mínima duda en sus movimientos, tan fluidos y constantes que parecían producto de una cuidadosa coreografía.

Se econtraron en el medio del ring, y sus gigantescas figuras se fundieron en un abrazo feroz y despiadado. Era difícil distinguirlos. Y se hizo más difícil todavía, cuando comenzaron a desintegrarse en blancos jirones de algodón, tan en silencio como había comenzado.

El encuentro fue decepcionantemente breve... al fin y al cabo, poco puede esperarse de un par de nubes de forma caprichosa, que por azar se encuentran bajo un cielo de verano.
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Dualidad

La raza humana... el Hombre...

Extraña criatura...

Tan dual...

Tan capaz de la mayor entrega por amor, como de una crueldad infinita...

Luminoso y creador como un rayo de sol, o vengativo y destructor como una centella caída directamente desde el Olimpo...

Constantemente en el filo de la navaja, tironeado y espoleado por el bien y el mal...

Siempre en la disyuntiva entre hacer lo que se quiere... y hacer lo que se sabe es correcto...

De continuo indeciso, en el dilema de arriesgarse porque el premio lo vale, o no jugarse por temor a lo que se puede perder...

A diario planteándose si seguir a su corazón, o a su razón...

Muchas veces más concentrado en la muerte que en la vida...

En demasiadas ocasiones explorando afuera, en lugar de concentrarse en el interior...

Tan dual...

En la búsqueda... de qué? Dinero. Dios. Poder. Sabiduría. Reconocimiento. Fama. Amor. Felicidad. Una sonrisa amiga. Agua en el desierto. La vida eterna. La piedra filosofal. Paz. Lo que sea, por loco que sea, se busca... Pocos lo saben con certeza... la mayoría, buscando ciegamente, sin rumbo, sin pistas, con los horizontes desdibujados, pero perseverando... se busca... Con desesperación, con la obsesión pintada en el rostro, con una sonrisa que surca el alma, o con la sonrisa de un demente... se busca... Aquellos tocados por la dama fortuna, lo encuentran, aún sin saber qué, cómo ni por qué... De esos elegidos, algunos pocos, poquísimos felices afortunados, saben reconocerlo y cesan su búsqueda... tomando lo que anhelaban, aún sin tener conciencia clara de qué han conseguido... Otros también lo encuentran, y tan ciegos son, tan necios, que lo descartan para seguir buscando (¿algo mejor tal vez?)... y ya nada encuentran... lo que encuentran no es lo que esperaban... o peor aún, encuentran algo... algo que no pueden retener por mucho tiempo, como si se quisieran atrapar las nubes...

El Hombre...

Extraña criatura si la hay...

Tan dual... eternamente entre la luz y las tinieblas...
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El Monstruo

Cuando digo monstruo...

¿Qué imagen viene a tu cabeza?

¿Imaginas acaso un ser mítico y fabuloso?

¿Una mantícora, tal vez? Aparece ante tus ojos cerrados ese ser mitológico con cabeza humana, cuerpo de león, cola de alacrán y que disfruta de la carne humana con deleite?

¿Ves acaso un animal de esos que te causan repugnancia, agigantado y distorsionado por tu mente?

¿Qué ves, cuando digo monstruo? Sea lo que sea, estoy casi seguro de que no se ajustará a la idea que voy a tratar de plasmar aquí...

Cuando digo monstruo, no evoco nada que pueda surgir de tu imaginación... me refiero a la actividad humana por excelencia: la guerra. ¿Te extraña esto? No debería... La guerra es algo propio de la raza humana.

En todos los períodos de la historia, nos encontramos con la guerra. Incluso desde antes de la historia. Es una de las constantes de la raza humana a través del tiempo. Podría decirse que la paz es sólo el período entre dos guerras. La cobarde y huidiza paz...

No importa quien pelee, ni por qué. No interesa quien tiene la culpa. Tampoco es relevante el resultado. Sólo hay una cosa que ha sido igual en todas y cada una de las guerras libradas por el hombre: en una guerra los primeros en morir son los inocentes. Sí, los inocentes... todas aquellas personas que lo único que desean es que los dejen vivir en paz, todos aquellos que saben que la vida es complicada de por sí, y no necesitan nada que venga a hacérselas más difícil. Mujeres, niños, viejos, jóvenes, gente que no sabe nada de la vida y el mundo, gente que conoce todo eso y que es posible que sepa que todo ese conocimiento no vale nada.

Es uno de los escenarios preferidos de dos viejas conocidas de esta serie de artículos/relatos: la muerte y por supuesto su fiel acompañante, la locura. En los campos de batalla, la muerte adopta su mayor variedad de formas: fusilamiento, descuartizamiento, inmolación, crucifixión, inanición, apuñalamiento, envenenamiento, y tantos etcétera como seas capaz de agregar... A su vez, cada una de estas formas con la que se viste la parca, tiene miles de variaciones.

Ciudades arrasadas hasta los cimientos. Llamas infernales lamiendo las iglesias. Sueños rotos. Esperanzas desgarradas. La tierra muerta y yerma. El aire irrespirable. La vida imposible. El diablo regocijado. Pero no el Diablo bíblico, sino el diablo que cada uno de nosotros lleva dentro. Ese demonio que ama la guerra, el llanto, la tristeza y la desesperación.

¿Alguna vez te has detenido a pensar en las fortunas que se han dilapidado, y que aún hoy se dilapidan en aras de la guerra, o como les gusta definirlo a los que están en ese tema, la preservación de la paz? ¡JA! Preservación de la paz dicen... ¡Hipócritas! ¿Has tratado de imaginar tan sólo, lo que debe haber costado el desarrollo de la Guerra Fría? No tengo números, pero aunque los tuviera no me animaría a revelártelos... me daría vergüenza. Y de todos modos no creo que nadie tenga el criterio, o la capacidad suficiente como para asimilar sumas tan asombrosas.

Y lo gastado por "Jorge Arbusto" en Irak? Uffff! Miles de millones de dólares por MES!!!

¿Tienes idea de todo lo que se podría hacer con sólo una fracción de ese dinero? ¿Cuánta gente se podría alimentar, cuántas casas, escuelas o refugios para los desamparados se podrían construir? Por más delirante que parezca... creo que hasta se podría revertir la desertificación de vastas zonas del mundo, volviéndolas fértiles y productivas de nuevo.

Con lo que se ha gastado, y se gasta en el desarrollo armamentístico, se le podría proveer a cada persona de este mundo de casa, comida, educación... se le podría ahorrar a la buena Madre Naturaleza infinidad de sufrimientos.

Y no hablemos solamente de derroche de dinero... ¿Cuántos talentos individuales han sido pervertidos, si es que puede llamársele así, o distraídos de tareas más nobles y decentes, con el fin de dedicarlos al diseño, desarrollo y construcción de armas más eficaces y mortíferas? ¿Cuántos genios se han desviado deliberada y maliciosamente a favor de la dama de la guadaña? ¿Cuántas horas/hombre se han consumido y malgastado con la misión de "empaquetar" a la muerte? ¿Qué tanto más desarrollados podrían ser los países de todo el mundo, si los miles de manos que se ocupan en las fábricas de armamento, se emplearan en lograr un beneficio real para esos países?

Cientos de miles de atrocidades han sido cometidas, tantos por los "buenos" como por los "malos". A muchas de estas acciones se les dan matices heroicos. Otras tantas se inculcan generación tras generación, como modelo a seguir por los jóvenes. Se glorifica a sus autores. Se les dan sitiales de honor. Es todo tan grotesco, tan paradójico. A aquellos que se oponen a este monstruo, se los tilda de locos, se los desprecia, se los encierra, se los cataloga como activistas peligrosos para la seguridad del estado de turno.

En las escuelas se la mitifica. Se ensalza la muerte. Se le rinde culto y adoración al monstruo de la guerra. No he conocido ni visto en mi vida un solo docente que diga algo contra esa maldición que es la guerra. Sólo se dan fechas, números estadísticos y situaciones políticas.

Es curioso... el amor no tiene cabida en ninguna materia curricular. Tampoco lo tiene el sexo, o no lo tenía hasta hace poco... y con reservas! El sexo... ¡Qué horror! El símbolo de la lujuria y el placer desenfrenado. El mismo sexo que es la fuente de la vida. Aquel que se atreva a tocar estos temas es sancionado. Quien intente proporcionar educación, fundamento, o solo pregunte o busque una opinión, será reprimido o expulsado. Sin embargo está muy bien que se les diga a los estudiantes, qué le hacían los nazis a sus "huéspedes" en los campos de concentración. Es correcto describir las purgas realizadas por todos los dictadores cuando toman el poder. Es fantástico reseñar la forma en que se bombardean ciudades. Es indignante... que no se pueda expresar todo lo hermoso que tiene la vida. Todo aquello por lo que realmente vale la pena vivir. Es un crimen no educar en el amor y la tolerancia. Eso solo contribuye a crear más monstruos potenciales...

¿Por qué el hombre trata tan desesperadamente de auto eliminarse? Se supone que el hombre, y con hombre me refiero a la raza humana en su totalidad, es inteligente. Por lo menos eso dicen los libros... el hombre, la especie más inteligente del planeta... creo que a todos esos libros les hacen falta una fe de erratas... deberían decir la especie más estúpida.

Si Dante hubiera poseído conocimiento de los adelantos actuales en relación con los artilugios de la muerte. O si tan sólo hubiera visto alguna escena de una batalla en lo que podría llamarse la guerra moderna... su infierno habría sido, sin ningún tipo de dudas, mil veces peor... Sí, estoy dispuesto a apostar cualquier cosa, a que su libro hubiera vendido el doble de ejemplares.

¿Y sabes por qué estoy en condiciones de hacer esta afirmación? Es simple. Tan tristemente simple... Consumimos la muerte. Casi puedo decir que la paladeamos, y nos regodeamos en ella. ¿Quién no siente satisfacción cuando Rambo hace volar a un puñado de Vietnamitas? ¿Quién no se maravilla con la imagen del hongo atómico? ¿Por qué el nacimiento de un niño se encuentra en la página número 20 de un periódico (o directamente no se encuentra), mientras que una masacre en África ocupa las primeras planas?

Es como si nos enseñaran a odiar. Nos inculcan odio, mientras la Muerte se frota las manos, esperando la próxima presa. La paciente Muerte... a veces puede parecer que se equivoca de víctima, tal vez sea así en ocasiones. Pero nunca la verás irse con las manos vacías. No, la buena señora siempre saca su buena porción. Y con cada contienda, los dividendos de su cosecha se multiplican.

¿Por qué nadie se atreve a decir el fútil desperdicio de vidas que significa? ¿Por qué nadie dice que la guerra no tiene nada de glorioso, que es un universo de dolor y sufrimiento? ¿Por qué nadie ni siquiera osa mencionar que en la guerra afloran las peores cualidades del hombre? ¿Qué en la guerra no hay vencidos ni vencedores, únicamente víctimas? El vencido se siente triste porque cree que perdió la guerra. El vencedor también. Y tal vez por su parte la situación sea peor: ¿Qué ganó? ¿A qué precio? ¿Valió la pena?

Cada guerra es más mortífera que la anterior. En el principio todo debe haber sido a base de los huesos que se le sacaban a los animales. Seguimos con espadas y lanzas. Después hizo su aparición triunfal la pólvora. Los gases. La energía del átomo. Los virus. ¿Qué más queda por inventar? ¿Quién quedará de pie para ver sus efectos?

Creo que fue Einstein quien dijo que no sabía cómo iba a ser la tercera guerra mundial... lo que sí sabía era que la cuarta se iba a llevar a cabo con palos y piedras. Es poco probable que esté equivocado en este punto. Los instrumentos para producir la muerte están diabólicamente avanzados. Se puede provocar la muerte de decenas de millones de personas con solo apretar un diminuto botón... el famoso botón. En lo que sí se puede haber equivocado el brillante Albert, es en que pueda llegar a realizarse una cuarta guerra mundial... ¿Quedaría algo, o alguien, capaz de iniciar una guerra después de que ocurra la tercera? Tengo la certeza de que si fuéramos testigos de otra gran conflagración, la Tierra se convertiría en un satélite de la Luna. Sería meramente otra masa de rocas deshabitada, desierta, convertida en un páramo y en donde reinaría la desolación.

¿Qué pasará cuando el hombre se sumerja en una marea de sangre y sucumba? ¿Soñará la muerte sueños de vida, para poder repetir así el ciclo?

Un soldado va caminando por un sendero. No es solo un soldado, tampoco es un número que servirá para conformar las estadísticas... Es una persona de carne y hueso, con sueños, deseos, sentimientos, un miedo cerval, y unas ganas tremendas de regresar a casa... si es posible, fuera de una bolsa de plástico. Ese soldado, esa persona, debe enfrentarse a otro soldado. Es más que obvio, es la base de la guerra. Ese otro soldado es el enemigo... alguien que según el reglamento, el instinto de conservación, y el sentido común debe ser eliminado implacablemente si es que se quiere retornar a casa en una pieza... lo que el soldado no tiene en cuenta (no puede darse ese lujo), es el hecho de que el enemigo tiene tanto o más miedo que él mismo... y que oh casualidad, tiene como único anhelo volver a su propio hogar... si en lugar de matarse mutuamente se preguntaran uno a otro por qué quieren matarse, ambos se quedarían sin respuesta... sólo saben que alguien les dijo, les ordenó, que todo aquel uniforme distinto al propio, era malo, y debía ser destruido sin contemplaciones.

Me voy a adelantar a cualquier crítica... Sé que esto puede ser solo cháchara barata, sobre todo para aquellos que hayan tenido la desgracia de haber estado en alguna batalla. Sé también que los que han perdido amigos en la guerra deben estar odiándome por decir todo este cúmulo de sandeces sin sentido. Claro... ¿Qué sentido pueden tener estas palabras cuando las balas te silban alrededor, y las explosiones machacan a tus compañeros? Ninguno... son solo palabras vacías y carentes de significado.

A esas personas le pido perdón. Como también les pido que traten de entenderme... este artículo no pretende criticar, ni de ninguna manera "castigar", a los que riegan la tierra de nadie con su sangre. Esto es un llamado, una súplica, para los responsables... esos que empujan a naciones enteras a la sangre y la locura, para que se detengan. Es una escupida de desprecio hacia todos los que muchas veces hacen que se maten los hermanos entre sí.

A aquellos fanáticos de la guerra, a esos generales que se entretienen moviendo fichas sobre un mapa, fichas que simbolizan miles de jóvenes, les digo... ¿Por qué no se agarran a palos entre ustedes? Hijos de puta! El que quede de pie será el ganador... ¿Por qué no organizan un partido de fútbol, o un concurso de humor? ¿Por qué no se sientan a dirimir sus diferencias hablando como la gente civilizada? ¿Vale la pena hacer desaparecer generaciones enteras de jóvenes por un pedazo de tierra, o por ideas que supuestamente son mejores que otras? ¿Quién fue el loco, que inventó la guerra por una cuestión de religión? Dios es único... que cada cual lo vea como quiera y punto, todos en paz... ¿Quién fue el estúpido, que dijo que el color de la piel era una buena excusa para matar? El color de la piel... ¡Bah! Apenas exceso o falta de melanina, según de que lado se vea...

¿Es que nadie se da cuenta? ¿Es posible que esté tan equivocado? Nada es tan inútil como ese fantástico desperdicio de vidas y recursos... ¿Por qué destruir, cuando se puede crear? ¿Por qué matar cuando se puede dar vida? ¿POR QUÉ...?

Tenemos la suerte de que no hay especie alguna que nos amenace... aunque suene arrogante en exceso, debería decir que somos los amos de la tierra... ¿Será por eso es que hay guerra? ¿Porque necesitamos un predador?

El hombre, lobo del hombre. Frase gastada, si la hay... pero tan cierta. Tan patética y tristemente cierta... ¿Por qué somos tan necios? ¿Cómo es posible que seamos tan ciegos?

¿Es tan difícil de entender todo esto? Tal vez si lo dijera de otra forma... A ver que te parece esto:

¡HACER LA GUERRA ESTÁ MAL!
¡LA GUERRA ES ABERRANTE!
¡DEJEN DE MATARSE!
¡NO ENSEÑEN A MATAR!
¡BASTA!
¡POR LO QUE MÁS QUIERAN, BASTA POR FAVOR!

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